Los
enfoques de aseguramiento de la calidad se han llevado a la práctica mayoritariamente, a partir de modelos normativos. Todos
ellos se basan en la estandarización o normalización de la calidad. El
aseguramiento descansa en cuatro componentes: la norma de calidad, el sistema
de certificación, la marca de calidad y el ente gestor.
La normalización
La normalización consiste
en la elaboración, difusión y aplicación de normas, que pretenden ser
reconocidas como soluciones a situaciones repetitivas o continuadas que se
desarrollan en cualquier actividad humana. La normalización tiene como objetivo
unificar criterios, mediante acuerdos voluntarios y por consenso entre todas
las partes implicadas para elaborar normas sobre cualquier tipo de producto o
proceso, basadas en la experiencia y el desarrollo tecnológico, que son
aprobadas por un organismo de normalización reconocido, y con un objetivo de
beneficio óptimo para la comunidad. La normalización facilita la adecuación de
los productos a los usos a que van destinados, protege la salud laboral y del
consumidor así como el medio ambiente, previendo los obstáculos al libre
comercio y fomentando la cooperación tecnológica.